Los egipcios pensaban que la diosa Diana se escondía bajo la forma de un gato, para escapar del acoso del que era objeto. Diana era la divinidad de la caza y de la luna. Vigilaba los manantiales, y defendía a los animales salvajes.
Volviendo a nuestros días, las personas que conviven con un gato, conocen su carácter independiente, su mirada suave y enérgica al tiempo, y su porte majestuoso. Existen gatos que recorren cientos de kilómetros buscando a sus dueños, que los han abandonado o regalado a algún familiar o amigo, por cambio de domicilio. También se conocen casos de felinos que al fallecer su dueño se instalan a vivir en el cementerio, junto al lugar donde está enterrado éste y, a veces, terminan sus días en el camposanto. No hay explicación al hecho de que conozcan el sitio donde sus amos descansan para siempre.
Se desconoce cómo surge el gato doméstico, pero lo cierto es que este animal ha sido objeto de grandes amores y enormes odios. A los gatos se les asoció, sobre todo a los negros, con las brujas. Hoy en día todavía hay personas que tienen especial aversión a los felinos de este color. Pero, indiscutiblemente, el gato es un animal hermoso, resistente y valiente, del que muchas personas se quedan prendadas y cuya compañía les resulta imprescindible en sus vidas.